El desarrollo de los niños con discapacidad intelectual

Foto: Madre con su niño en brazos


Es especialmente complicada la asimilación por parte de los padres de esta situación, pero esto no debe ser una barrera que impida al niño alcanzar el máximo nivel de desarrollo dentro de sus posibilidades
Aunque es cada vez menos común que nazcan niños con discapacidades intelectuales debido a las mejoras en la sanidad y el tratamiento y diagnóstico precoz de las mismas, aún existen casos y los padres han de saber cuál es la mejor forma de estimular a sus pequeños para que éstos tengan una mejor calidad de vida.
En primer lugar, debemos dejar claro que la discapacidad intelectual abarca un gran número de tipologías y diagnósticos, cada uno de ellos con unas características determinadas y específicas en las que no entraremos, aunque sí intentaremos dar una serie de consejos de manera general.
Verónica Minguito Orellano, logopeda y especialista en atención temprana y psicomotricidad recomienda que: “en primer lugar, el asesoramiento debe ir destinado a los padres. Los especialistas deben ser realistas y claros, sin ofrecer falsas esperanzas pero sin desalentar a los progenitores. En la actualidad hay muchas posibilidades de tratamiento y de intervención familiar, en cada caso se asesorará de las pautas más adecuadas según el caso”.
Una vida plena En cuanto a la causa, los factores de tipo biológico y social son los que a su vez generan factores múltiples de riesgo y pueden originar una discapacidad intelectual. Existen lesiones que van manifestándose en la conducta pasados unos meses y, por otra parte, hay conductas consideradas como “anormales” que aparecen al principio del desarrollo y que con el paso del tiempo van remitiendo, bien sea con tratamiento o incluso de manera espontánea sin intervención ninguna.
En el caso de que los padres observen en su hijo conductas propias de una edad anterior, pero correctas para dicha edad, lo que se está produciendo probablemente sea un posible retraso madurativo, pero ésto no podría ser diagnosticado como una discapacidad intelectual.
Las familias son un apoyo imprescindible “La intervención se deberá realizar tanto en el niño, como en la familia y en los contextos en los que se relacione, entre ellos el escolar; ya que en todos estos ambientes se produce el desarrollo y el aprendizaje” apunta la especialista Verónica Minguito. Para que se produzca un óptimo desarrollo del niño, es necesario que la colaboración entre los especialistas que se encarguen de tratarlo y la familia sea constante y se produzca una comunicación permanente entre ellos.
Resulta especialmente complicada la asimilación por parte de los padres de esta situación, pero esto no debe ser una barrera que coarte las posibilidades del niño de alcanzar el máximo nivel de desarrollo dentro de sus posibilidades.
“Una intervención temprana, en la que participen los especialistas necesarios, hará que el niño evolucione de la forma más positiva y se vayan consiguiendo las metas propuestas. Habrá que conocer las capacidades del niño y sus limitaciones, decidiendo cuáles serán prioritarias; para ello, se necesitará tanto a los profesionales como a la familia”, asegura Verónica Minguito Orellano.

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