Se calcula que en la Argentina hay cerca de
500.000 personas con discapacidad visual y unas 100.000 no videntes. Justamente
para alcanzar a ese público,
cada vez más empresas, como
bancos, laboratorios y restaurantes, buscan adaptar sus productos y servicios.
Y, en ese sentido, los proveedores externos de esas compañías detectan una
excelente oportunidad que comienza a crecer.
Tal es el caso del mercado de la
belleza. Las opciones con etiquetado braille eran nulas en las góndolas de las
perfumerías hasta no hace mucho tiempo.
Pero ante la detección de la
necesidad, Biferdil se convirtió en la primera empresa de salud y belleza
capilar, en lanzar una línea de champú y balsam con etiquetado para ciegos.
“Pensar en una persona con discapacidad visual es pensar en todo un entorno
familiar, dado que afecta al grupo entero de manera indirecta. Así fue que
decidimos desarrollar un producto que responde a estas necesidades y lo hace
evidente en su envase, ya que no sólo sirve para una rápida identificación sino
para crear conciencia de la existencia de las personas con discapacidad
visual”, resume Pablo Tenenbaum, presidente de Biferdil.
Por su parte, Pablo Lecuona,
presidente de Tiflonexos, una asociación sin fines de lucro que trabaja en la
accesibilidad de la información y la cultura para las personas con discapacidad
visual, explica que “el hecho de que se incluya el braille en productos para el
cabello es un gran aporte para nuestra autonomía. Ya no tendremos que pedirle a
alguien que nos diga cuál es el champú a la hora de tomar una ducha”.
Por estos días, se ha comenzado a
tratar una ley que obliga a los laboratorios a que todos los medicamentos
cuenten con el nombre del genérico y el 0800 del laboratorio en braille, para
que quien precise acceder a tal droga tenga autonomía a la hora de adquirirla o
poder evacuar sus dudas llamando al servicio de atención al cliente.
En el sector gastronómico también
se están comenzando a ver los cambios y los proveedores de restaurantes ya
están reaccionando en ese sentido.
Desde hace un tiempo, en la Ciudad de Buenos Aires, se
exigió a los restaurantes que tengan su carta en braille, para permitir que las
personas ciegas tengan acceso al menú. Si bien es cierto que esta norma no es
respetada en muchos casos, otras muchas empresas comienzan a darle importancia
a la necesidad de contar con un menú para no videntes.
Bancos
En enero, el Banco Central de la República Argentina
dictó una resolución que exige a todos los bancos que también trabajen sobre la
inclusión, y así, para el 30 de junio de 2013, al menos el 10% de los cajeros
deberán ser accesibles para personas con discapacidad visual. Además, todos los
formularios y contratos deberán estar escritos en braille.
A raíz de esta decisión, las
empresas que fabrican los cajeros están ultimando los detalles para adaptar las
máquinas.
Desde el año 2008 que ya tiene
fuerza de ley “la
Convención Internacional sobre los Derechos de Personas con
Discapacidad”, emitida por Naciones Unidas”,
que la Argentina firmó junto a
150 países. Así, entre otras cuestiones, se obligaba a las empresas a cambiar
las actitudes y enfoques al tema de la discapacidad.
Sin embargo, recién ahora comienzan
a verse los primeros hechos en materia de responsabilidad social empresaria y
gubernamental.
Un universo de 600.000 personas Se
estima que en nuestro país, en uno de cada quince hogares vive una persona con
discapacidad visual. Se calcula que son cerca de 600.000 personas. Para ellos,
bancos, restaurantes, laboratorios, deberán adaptar aún más sus productos y
servicios y permitir así que, gente que no sale de su casa por no alcanzar
suficiente autonomía, comience a adquirir accesibilidad al “mundo real”. “No se
adaptan los productos para personas no videntes porque nadie las ve. Un ciego
no sale de su casa porque no tiene autonomía”, dice Pablo Lecuona, presidente
de Tiflonexos.