Durante la hermosa tarde primaveral del 23 de noviembre del presente año, un grupo de almas con poca visión de los colores pero mucha desde el corazón, acompañados por algunos seres queridos, nos hicimos presentes en un lugar en donde la historia se escribe con honor e hidalguía: La Escuela de Aviación Militar (EAM). Este suceso histórico tuvo lugar gracias a la dedicación y esfuerzos realizados por el señor Fabián González Sanso, Director de CASIMIRO DIGITAL quién organizó y gestionó junto al señor Dalmiro Videla, actual Presidente de la Unión Cordobesa de Ciegos (UCORCI), la inolvidable visita.
En la oportunidad pudimos sentir, vivir y compartir una tarde de encuentro de dos sectores de la sociedad, que muy unidos estuvieron durante la gesta de Malvinas.
Nos recibió el Vice-Comodoro Ramón Galván, Jefe de Relaciones Públicas de la EAM, quien a su vez fue un excelente anfitrión, ya que pudo relatar desde el amor y la pasión, su rica experiencia personal, vivida desde sus inicios como cadete de la Escuela y luego como Alférez durante la gesta de Malvinas, conflicto bélico que se desarrolló en 1982 entre la República Argentina y Gran Bretaña, país usurpador de aquellas islas.
Cuando nos dirigimos hacia la entrada del Cuerpo de Cadetes, caminando en el silencio vespertino y con un sol que nos calentaba suavemente a cada paso, fuimos testigos de la impactante leyenda que reza en sus puertas: “ESTO NO ES PARA TODOS, ES SÓLO PARA LOS QUE TIENEN VERDADERA VOCACIÓN”. Curiosamente, al intentar salir se encuentra otro cartel que dice así: “ANTES DE ENTRAR YA ESTABAS AQUÍ, Y DESPUÉS QUE EGRESES NO SABRÁS QUE TE QUEDAS”. Nos quedamos en silencio luego de tratar de entender por unos segundos el terrible poder de esas palabras, semblante de un profundo compromiso de servicio y de amor a la patria.
En las paredes del hall de la planta baja, nos encontramos con los nombres de todos aquellos hombres que habían egresado de esas aulas, integrados por varias promociones de oficiales, mientras que en una posición central estaba el Cuadro de Honor, donde se destacaban los nombres y las fotos de los más distinguidos cadetes que actualmente se encontraban cursando.
Al llegar al primer piso una sensación poderosa nos embargó, estábamos entrando en LA SALA DEL HONOR y en el SALÓN MALVINAS, donde pudimos encontrarnos frente a frente con las imágenes y relatos de sentido homenaje a nuestros HÉROES DE GUERRA EN MALVINAS. Tuve la oportunidad de sentir en mis manos la réplica del sable de nuestro gran e histórico héroe de liberación de la monarquía: el General Don José de San Martín. Todo entra por nuestros sentidos, en un silencioso respeto por las vidas que tuvieron la dicha de entregarla por los demás, y nos detuvimos frente a una gran bandera nacional, con un letrero que indica: “ENTREGARON SUS VIDAS POR DIOS Y POR LA PATRIA”. Desde allí, diferentes trozos de la historia y en sus diferentes formas nos pintaban a cada uno de estos hombres y sus hazañas, fotografías y pinturas de oficiales fallecidos en combate, manuscritos, cartas, restos de aparatos enemigos y propios, y un botín de guerra que es una bandera oficial Británica... Sí, esa que arriaron de la casa de Gobierno el mismo 2 de abril de 1982, luego del desembarco.
Entre todas las cosas tuvimos también la posibilidad de palpar un uniforme de piloto de caza, que estaba vistiendo un cuerpo plástico, con su casco y su máscara de oxígeno colocados.
Nos encontramos sin darnos cuenta con las Islas Malvinas frente a nosotros, realizadas con precisión increíble en un diorama a escala, por cadetes de la EAM, representando las instancias finales, el despliegue de las tropas y las maniobras realizadas por los héroes de la Fuerza Aérea. En ese momento sentimos en nuestra piel el frío de esa época y lugar, agregado a imaginar la adrenalina y el valor de aquellos que se jugaron el todo por el todo por el honor patriótico y sus creencias. Que sensación tan fuerte.
Claro está que todas estas sensaciones no hubieran sido posibles si no fuera por la predisposición y pasión puestas de manifiesto por nuestro anfitrión, quién sin importar otra razón que su propia vocación de servicio y la devoción a esos héroes que no fueron más que sus camaradas, compañeros y amigos de armas, se empeña en mostrar cada detalle a todos los visitantes, transmitiendo ese profundo sentir. Cada una de las delegaciones que han visitado este recinto, han dejado presentes y reconocimientos, donde podemos ver incluso de otros países y de nuestro propio Ejército y Armada.
De allí fuimos a recorrer otras instalaciones y nos sorprendió un salón impresionantemente grande y alto, techado. Ahora los aromas eran más técnicos, como de combustibles y aceites especiales que flotaban en la atmósfera, y para nuestra sorpresa, nos encontramos frente a un avión, un verdadero avión. Hemos podido acariciar lo suave de su piel, pequeños detalles de elementos de maniobra o censores, y algunas pequeñas mellas en la perfecta delineación de su hélice. Se trata de un Tucano, un avión de entrenamiento biplaza fabricado en Brasil.
Luego de preguntar nos confirmaron: CADA UNO DE USTEDES VA A PODER SUBIR Y SENTARSE EN EL LUGAR DEL PILOTO. Y así fue. Sentir lo dificultoso de entrar, pero una vez sentados, la silla parece abrazarte y contenerte hacia una correcta posición de ubicación. Los mandos se sienten pulidos y suaves, y se responden sensiblemente a nuestros movimientos. En estos aviones entrenan nuestros futuros pilotos, TODA UNA EXPERIENCIA.
Lo vivido ha sido sumamente gratificante, habiendo tenido la oportunidad de sentir de cerca parte de nuestra historia reciente, y también ver cómo se forman los excelentes pilotos militares, los cuales tienen un reconocimiento en todo el mundo por sus agallas y entrenamiento.
Finalmente, saludamos y agradecimos a nuestro anfitrión, el Vice-Comodoro Ramón Galván quién con la humildad que lo caracteriza, nos despidió y dejó abiertas las puertas de la institución y las de su corazón.
Nota: Patricia Billordo - Juan Carlos Ferreyra
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